Esta semana el Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) aprobó durante su 18ª sesión, celebrada en Kasane, Botsuana, la inscripción de la práctica cultural del bolero en su lista representativa.
La iniciativa fue impulsada por México y Cuba, incluyendo la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Ministerio de Cultura de Cuba, así como autores, compositores, intérpretes, académicos, promotores y seguidores de esta práctica cultural.
El bolero surgió en Cuba a finales del siglo XIX y se extendió por México y otros países de América Latina con sus letras de amor y desamor, así como sus percusiones cadenciosas, guitarras, bajos, pianos, alientos y su característico requinto mexicano que, en conjunto con las voces solitarias o en grupo, lo enriqueció tanto en su país de origen, como en las naciones que lo acogieron como propio.
En sus etapas iniciales el bolero era un género para tríos de guitarra. Luego se fue volviendo más complejo a través de las orquestas tropicales y adquiriendo un refinamiento que lo llevó al gusto de todas las clases sociales y sectores intelectuales, masificándose a través de la radio y la televisión a lo largo del siglo XX y sobreviviendo al XXI.